
Un estreno sin nombre y una clasificación aún por determinar. Si aceptás, aceptás que el verdadero espectáculo es la intriga de no saber qué maldición (o maravilla) te espera.
TURISMO

La modernidad desvelada [Imagen], por Alan x el mundo.
El Museo del Objeto (MODO) celebra sus 15 años con una exposición que recorre la historia de la modernidad a través de más de 3.000 piezas seleccionadas de su colección de 200.000 objetos. La muestra comenzó el 5 de octubre y permanecerá por 12 meses. Propone una lectura visual del tiempo basada en el abecedario, donde cada letra abre un universo narrativo en torno a la vida cotidiana y la memoria material de México y del mundo.
Instalada en una casa porfiriana de la colonia Roma, el museo presenta una muestra que articula la historia material a través de 26 letras. Cada una da nombre a una categoría de objetos que construyen una narrativa visual. El recorrido comienza con “afecto”, representado por cartas de amor y fotografías antiguas, y continúa con palabras que evocan emociones, oficios y deseos. Los curadores Manuel y Christian Cañibe, responsables de la selección, explicaron que “cada letra es un universo” y que la intención principal era mostrar la diversidad y los múltiples niveles de lectura que los objetos permiten.
En 1968, el coleccionista Bruno Newman compró una antigua caja de perfume “Pompeia” de L. T. Piver en el mercado de pulgas La Lagunilla, sin imaginar que aquel hallazgo marcaría el inicio de una pasión que culminaría en la fundación del MODO. Esa caja, que muestra a una mujer vestida con ropajes helénicos y rodeada de rosas, se convirtió en la pieza número 001. Décadas después, esa primera adquisición se transformó en el punto de partida de una colección única que documenta cómo los objetos acompañan los procesos de modernización.
Así es el exterior del MODO de CDMX [Imagen], por Viajeras4ver.
Las entradas tienen un valor de 60 pesos mexicanos y podés conseguirlas en elmodo.mx/.
Organizar la exposición requirió más de un año de trabajo. Los curadores revisaron 250 cajas hasta encontrar las piezas adecuadas para cada palabra. Así, la categoría “oro” reúne todo lo dorado, mientras que “escritura” despliega una colección de plumas, tintas, borradores y lápices antiguos. La letra Ñ representó uno de los mayores desafíos, resuelto con la palabra “ñáñaras”, que designa una sensación de repulsión. En esa sección se exhiben tarántulas, escorpiones, cabezas en cristal y muñecos inquietantes, piezas que, según los curadores, provocan una lectura sensorial distinta del objeto.
Los visitantes encontrarán máquinas, utensilios y herramientas que parecen artefactos mágicos. Entre ellos destaca el chibalete, un mueble de madera usado en imprentas para guardar tipos de letra; una lavadora Coffield del siglo XIX, símbolo de los primeros avances en las tareas domésticas; una troqueladora metálica para grabar cifras y nombres; y un mimeógrafo, antecesor directo de las fotocopiadoras.
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Tesoros del pasado que fueron cotidianos [Imagen], por Alan x el mundo.
También evoca la cotidianidad del siglo XX a través de botellas de refrescos y cervezas desaparecidas, cajones de limpiabotas decorados con billetes de los años setenta y tocadiscos portátiles que anticiparon la era del walkman y el discman. Los amantes del periodismo podrán observar las máquinas de escribir Remington, que alguna vez fueron la banda sonora de las redacciones del mundo.
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