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Por Mateo Modic | 23 de abril de 2025
ARTE URBANO
El mural Encuentro Norte-Sur abarca 77.520 metros cuadrados en la colonia Infonavit Lomas Verdes de Tijuana [Imagen], por Yo amo Tijuana.
El macromuralismo es una tendencia artística cada vez más visible en el espacio urbano. A través de este estilo, los artistas transforman fachadas completas de edificios, muros o grandes estructuras en inmensos lienzos al aire libre. De esta manera, crean obras de arte que significan mucho más allá de la pintura decorativa. Este tipo de muralismo embellece el entorno, refleja identidades culturales, y da voz a comunidades invisibilizadas. En los lugares más diversos, este método se coloca como un fenómeno artístico que transforma el espacio público y la percepción de quienes interactúan con él.
El macromuralismo se diferencia de los murales tradicionales principalmente por su magnitud. Estas obras pueden abarcar desde una fachada hasta barrios enteros, cubriendo cientos o miles de metros cuadrados. Este procedimiento tiene varios requisitos, entre ellos planificación, diseño y, muchas veces, la colaboración de varios artistas. Generalmente, retratan temas que resuenan en la vida cotidiana del entorno donde se crean, como la identidad local o la cultura popular.
Además, requiere técnicas y materiales específicos para soportar las inclemencias del clima y la intemperie. El gran tamaño implica desafíos técnicos, como el uso de grúas y andamios o la aplicación de pinturas especiales que garantizan su durabilidad. Por ello, cada obra es un proyecto ambicioso, demandante de tiempo, recursos y, sobre todo, una visión clara de lo que se desea expresar.
El muralismo tiene una larga historia en América Latina, pero el macromuralismo es una corriente relativamente reciente. Surgió como una respuesta a la necesidad de revitalizar grandes espacios urbanos marginados, dándoles una nueva identidad visual. En muchos casos, estos murales monumentales se realizan en colaboración con los residentes locales, quienes participan en el diseño y, en algunos casos, incluso en la ejecución de la obra.
Algunas ciudades de América Latina adoptaron el macromuralismo como una herramienta de regeneración urbana y crearon obras convertidas en iconos visuales. En Valparaíso, Chile, el colectivo Un Kolor Distinto desarrolló la obra “La Niña de la Mochila”. Este enorme mural cubre una fachada entera en el Cerro Bellavista. Fue inspirada en la cultura local y en la historia de la ciudad, y es un símbolo de identidad para el barrio, frecuentemente visitado por turistas y habitantes locales.
Otro ejemplo impresionante se encuentra en Buenos Aires, Argentina, donde el artista Alfredo Segatori realizó el mural “El regreso de Quinquela”. Esta obra rinde homenaje al pintor Benito Quinquela Martín, conocido por su representación de la vida portuaria. La obra de Segatori celebra el carácter trabajador de la zona y revive el espíritu de Quinquela, convirtiéndose en un punto de referencia cultural y artístico en la capital argentina.
En 2015, el mural en homenaje al pintor Quinquela Martín fue premiado como el más grande del mundo [Imagen], por Billiken.
En Medellín, Colombia, la comuna 13 es famosa por sus macromurales que cuentan la historia de resiliencia de sus habitantes. Anteriormente, fue conocida por su violencia y experimentó una revitalización en gran parte impulsada por el arte urbano. Los murales de artistas como Chota13 y Perro Galgo dieron vida a las paredes con imágenes que representan la identidad y las luchas de la comunidad, convirtiéndose en una atracción
turística y en un símbolo de la capacidad del arte para impulsar cambios positivos.
En Cartagena, se encuentra un mural de 245 metros de largo en la Institución Educativa Nuestra Señora del Carmen, creado en homenaje al ambientalista Rafael Vergara Navarro y alusivo al cambio climático [Imagen], por Fundación Futuro Latinoamericano.
El macromuralismo logra un impacto significativo en las comunidades donde se realiza. En barrios donde la pobreza o el abandono dejaron marcas visibles, los macromurales funcionan como un recordatorio de la vitalidad. Estas obras sirven como bases de educación y reflexión, tanto para quienes viven en el área como para quienes la visitan. Entre los temas abordados, predominan justicia social, derechos humanos, ambiente y cultura, con el fin de promover conciencia en un espacio abierto.
Este método artístico consigue crear “museos al aire libre”, accesibles para todos. Con cada nueva obra, esta tendencia recuerda el poder del arte para transformar, conectar y dignificar espacios y personas.
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