TURISMO

La arboleda que esconde el acto de amor más grande de Argentina

Una guitarra hecha de árboles en el corazón de la provincia de Córdoba: naturaleza, romanticismo y cultura en una de las postales más curiosas de Argentina.

Portada de La arboleda que esconde el acto de amor más grande de Argentina

La estancia “La Guitarra”, una de las maravillas naturales de Córdoba (Marco Guoli).

Por Mateo Modic

Última actualización el 6 de noviembre de 2025

La provincia de Córdoba es la casa de la estancia La Guitarra”, un gesto íntimo terminó convirtiéndose en una de las obras de arte natural más sorprendentes de Argentina.

La estancia cordobesa que fusiona amor y arte con naturaleza

Córdoba es uno de los destinos de Argentina más visitados por el turismo local. Con rincones como La Cumbrecita, Valle de Calamuchita y La Paz, la provincia ubicada en la región central del país se consolidó como uno de los espacios favoritos por la población para disfrutar de las vacaciones en las distintas épocas del año. En el último tiempo, Córdoba añadió un nuevo sitio a su listado de atractivos turísticos con la estanciaLa Guitarra”, un rincón donde la naturaleza, el arte y el amor se encuentran en cada paso.

Conocida también como la "demostración de amor más grande de la Argentina", la estancia ubicada en el extremo sur de la provincia de Córdoba fue creada por el viudo Pedro Ureta y sus cuatro hijos Ignacio, María Julia, Soledad y Ezequiel en homenaje a su esposa Graciela Yraizoz, quien falleció a los 25 años de edad a causa de una aneurisma cerebral y soñaba con una estancia formada por árboles.

Vista aérea de la estancia “La Guitarra” en Córdoba, Argentina (Instagram/gui10road).

El diseño ocupa una superficie de 1200 metros de largo y 400 de ancho y cuenta con más de siete mil árboles plantados que forman la figura de una guitarra, el diseño que la propia Graciela, amante de la música, había ideado para la estancia familiar de sus sueños: se utilizaron pinos cipreses californianos de color verde oscuro para los contornos, eucaliptos medicinales para recrear las seis cuerdas del instrumento y el puente y la estrella de la boca de la guitarra también se dibujaron con cipreses. 

Creó un pedazo de arte terrestre para que pudiera verse desde un avión. Resulta que también es visible desde el espacio”, escribió la NASA sobre la estancia creada por Pedro Martín Ureta, mientras que Gabriel Pindek, piloto comercial de Austral Líneas Aéreas, también contó que “es increíble ver un diseño tan cuidadosamente planeado, a tanta distancia abajo, no hay otra cosa así”. Y no se equivocan. La estanciaLa Guitarra” de Córdoba es uno de los rincones más atractivos de la provincia y, sin lugar a dudas, una de las historias de amor más bellas de todas.

La historia de amor detrás de la estancia “La Guitarra”

El encanto que emana cada árbol plantado es tan solo una de las bellezas que se esconden detrás de la estancia La Guitarra”, pero la historia y el proceso para convertir esa porción de campo en un instrumento creado a base de pinos y eucaliptos lo vuelven todavía más hermoso.

Todo comienza con la historia de amor entre Pedro Ureta y Graciela Yraizoz, los grandes protagonistas del cuento. Pedro, de 28 años de edad, se enamoró de Graciela, de 17 años, en la década de los 60 tras haber recorrido todo el mundo. Durante un vuelo, la mujer observó una porción del campo con forma de balde y la idea apareció en su mente: una estancia para criar a sus hijos con forma de guitarra, su instrumento musical favorito.

El detalle del cuerpo del instrumento hecho con árboles en la estancia “La Guitarra” (Facebook/Respira Argentina).

En su quinto embarazo, Graciela se desmayó, sufrió una aneurisma cerebral y perdió la vida con tan solo 25 años de edad. Y con el correr de los años, el sueño de la mujer quedaba en el tiempo y la porción que había visto durante aquel vuelo seguía en el mismo estado. Pero para Pedro eso no iba a quedar así. Acompañado por sus hijos Ignacio, María Julia, Soledad y Ezequiel, el viudo se hizo cargo del proyecto y a fines de los 70 comenzó a plantar los primeros árboles en la estancia.

Y tras más de cinco años de trabajo, la estancia que Graciela tanto había soñado y proyectado como el lugar idóneo para criar a sus hijos junto a Pedro se había transformado en realidad: siete mil árboles plantados y una historia de amor hecha guitarra.

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