El Mercado de Pulgas, en el barrio de Colegiales, justo donde termina Palermo Hollywood, funciona en un gran galpón lleno de curiosidades: pinturas, esculturas, mármoles, bronces, cristales, piedras, joyas, platería, porcelanas, música, instrumentos, vestimentas y más. Este lugar es un desfile de personajes y tiene un estilo bohemio y de calidad.
Muebles antiguos y restauraciones de época
Una de las principales atracciones es su oferta diversa, porque se pueden encontrar muebles antiguos, muchos de ellos restaurados con un cuidado meticuloso, que datan de diferentes épocas y estilos. Desde sillas y mesas de madera tallada del siglo XIX hasta sofás y aparadores de diseño mid-century. Realmente es un paraíso para los amantes del mobiliario con carácter.
Un recorrido por el pasado en cada pasillo
La apertura fue en 1988, funcionó durante 18 años hasta mudarse en 2005. En 2011, fue reinaugurado en su ubicación original en las calles Álvarez Thomas y Dorrego.
Actualmente, funciona de martes a domingos, de 11 a 19 hs. Desde sus comienzos, se consolidó como el espacio preferido de los coleccionistas y aficionados de lo retro. La edificación, de arquitectura industrial, con techos altos, grandes ventanales y amplios pasillos, tiene el entorno perfecto para exhibir las numerosas piezas que cada puesto tiene a la venta. Recorrerlo es como entrar en un túnel del tiempo, donde cada objeto tiene una historia por contar y cada vendedor, un relato que compartir.
Está instalado en un predio inmenso y techado, que cuenta con baños y cafeterías para descansar después caminar. Los 150 locales evocan sensaciones del pasado y la niñez, despertando memorias con curiosidades en cada esquina. Los cinco sectores, definidos por zonas de colores, y los seis locales sobre la calle Enrique Martínez, conocida como "El Paseo de los Artesanos", cuentan con servicios de restauración, como pulido, encolado y lustre de muebles.
Un paraíso para los amantes de lo vintage
El mercado también es hogar de una variada colección de arte popular, donde se exhiben y venden obras de artistas locales y regionales. Pinturas, esculturas, cerámicas y otros objetos llenan los puestos y ofrecen una ventana al talento de la región. A esto se suman piezas de joyería antigua, donde el trabajo artesanal destaca en collares, anillos y pendientes que, en muchos casos, pasaron de generación en generación.
Otra de las cosas que lo distinguen es su sección de libros y discos de vinilo. Los amantes de la lectura pueden perderse en la búsqueda de ediciones antiguas, libros raros o primeras ediciones de sus autores favoritos. En cuanto a los discos, son igualmente variados, abarcan desde colecciones de tango y folklore argentino hasta rock y jazz, lo que lo transforma en un sitio predilecto para los melómanos que buscan esos álbumes que no se encuentran en las tiendas convencionales.
La experiencia de visitar no se limita a la compra de objetos, es también un viaje cultural. Los fines de semana, el lugar se llena de vida con la afluencia de visitantes y la organización de eventos y ferias especiales. Es común encontrar talleres de restauración y exposiciones temporales que enriquecen el mercado.
El Mercado de Pulgas por dentro [Imagen], por Ian Hotel.
La relación entre vendedores y compradores es otro aspecto que hace del Mercado de Pulgas un lugar diferente. Los comerciantes, muchos de los cuales trabajaron por décadas, son auténticos conocedores de sus productos. Cada objeto tiene una historia, y los vendedores están siempre dispuestos a compartir esos relatos, creando una conexión más personal con los compradores. Esto añade valor a la pieza y convierte la experiencia de compra en un acto más profundo y significativo.