En la Ciudad de México, los huertos urbanos surgieron como una solución distintiva frente a los retos ambientales y sociales de las grandes urbes. El Huerto Tlatelolco es uno de los principales. Desde su creación en 2013, convirtió un espacio abandonado en un oasis de sostenibilidad, educación ambiental y conexión con la naturaleza.

Origen y evolución

Está ubicado en el emblemático Complejo Habitacional Nonoalco-Tlatelolco. En sus inicios, el espíritu del proyecto radicaba en una iniciativa ciudadana para recuperar un terreno descuidado y lleno de escombros. El foco fue simple pero ambicioso: revitalizar un espacio para el uso de la comunidad. Con el tiempo, aumentó en tamaño y relevancia, volviéndose una referencia para otras ciudades y demostrando cómo la agricultura puede ser una herramienta clave en la regeneración urbana.

Además de proveer alimentos frescos, incorporó prácticas como el compostaje, la rotación de cultivos y el uso de abonos orgánicos. Gracias a su enfoque ecológico, mejoró la calidad del aire, redujo la huella de carbono y generó espacios verdes en una de las ciudades más contaminadas del mundo.

Impacto social y educativo

Los huertos urbanos son motores de cambio social. Estos espacios permiten la producción de alimentos frescos y crean lugares de integración donde personas de diferentes edades y orígenes se unen con el propósito común de cuidar y cultivar la tierra. A través de talleres sobre agricultura urbana, permacultura y compostaje, brindan una plataforma para la educación ambiental. En muchas escuelas locales, los niños aprenden sobre la importancia de la naturaleza y la producción de alimentos, mediante la siembra de semillas.

Uno de los aspectos más fascinantes es la capacidad que tienen para generar un sentido de pertenencia. En una metrópolis caracterizada por el individualismo, estos espacios permiten reconectar con la naturaleza, crear lazos sólidos y fomentar la cooperación.

La sostenibilidad como eje central

Si hablamos de modelos de agricultura urbana, es imperante mencionar a los huertos urbanos. Aquí la sostenibilidad es la piedra angular de todas sus actividades. Con superficies que varían en tamaño, pueden albergar una gran variedad de cultivos, hortalizas, frutas, hierbas medicinales y flores comestibles. Los beneficios de estos espacios verdes son palpables en términos de la producción y mejora del entorno urbano. Algunos tienen una diferencia de varios grados Celsius en la sensación térmica en comparación con las calles circundantes, gracias a su suelo vivo y la vegetación que lo acompaña.

El éxito de los huertos urbanos en CDMX inspiró, en otras partes del mundo, a considerar la agricultura urbana como una solución viable para los problemas ambientales y sociales que enfrentan. Además de ser una fuente de alimentos saludables, generan un cambio en la forma en que pensamos sobre el espacio urbano y la relación que tenemos con el ambiente.

^{[Imagen], por Sedema.}

A pesar de su éxito, los huertos urbanos enfrentan desafíos, principalmente relacionados con la sostenibilidad financiera. Muchos de ellos dependen en gran medida de donaciones, voluntariado y apoyo limitado por parte de las autoridades. Para asegurar su viabilidad a largo plazo, es necesario poner en práctica estrategias como la venta de productos derivados de los huertos, que incluyen frutas, mermeladas y plantas medicinales, lo que permitirá generar ingresos para mantener estos proyectos.

En un mundo cada vez más urbanizado, iniciativas como estas son esenciales para lograr un equilibrio entre el desarrollo urbano y la preservación ambiental. Incluso en medio de la ciudad, hay espacio para la naturaleza y la sustentabilidad.

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